martes. 23.04.2024

Comer con sal añadida en nuestras comidas nos aleja del sabor real de los alimentos

Comer añadiendo sal a nuestros alimentos es una costumbre muy extendida y aceptada por prácticamente todas sociedades del planeta, pero… ¿es realmente sano añadir sal? Te lo contamos en este artículo

Comer con sal añadida en nuestras comidas nos aleja del sabor real de los alimentos
Comer con sal añadida en nuestras comidas nos aleja del sabor real de los alimentos

Añadir sal a las comidas es una costumbre que adquirimos desde pequeños, pero en realidad no es algo que nuestro organismo necesite. Los minerales que necesita nuestro cuerpo, como el cloro y el sodio, es preciso obtenerlos de alimentos vivos, como las frutas, verduras, frutos secos, semillas, germinados, etc.

La sal de mesa refinada es un compuesto inorgánico. Los minerales que la conforman han perdido su forma orgánica y nuestro cuerpo los reconoce como un veneno que es preciso disolver y eliminar lo más rápido posible del organismo.

Nuestro cuerpo necesita minerales, por supuesto. Pero solo puede asimilarlos si están en forma orgánica. Todo lo que el organismo no pueda reconocer, lo interpretará como un veneno que es preciso eliminar.

Es por esto que el consumo de sal se asocia a la formación de edemas y a la retención de líquidos: el organismo genera líquido en abundancia con la intención de disolver y eliminar los tóxicos que acabamos de ingerir con la comida.

Por otro lado, un consumo habitual de sal ocasiona deterioro y debilitamiento en las papilas gustativas que oculta el sabor de los alimentos crudos. Quizás ahora entiendas la frase que todo el mundo dice al dejar la sal: Esta comida no me sabe a nada, está sosa. Necesita sal”.

Es preciso permitir que nuestras papilas gustativas se regeneren para volver a conectar con el verdadero sabor de los alimentos. Pero normalmente malinterpretamos esta sensación, y volvemos a añadir sal a nuestras comidas antes de que nuestras papilas gustativas pudieran recuperar su vitalidad.

Comer con sal también provoca una estimulación y excitación general que va debilitando al organismo e incluso puede generar adicción: hay personas que muchas veces, sin haber probado bocado, “necesitan” ponerle sal a la comida. ¿Te resulta familiar?

La sal afecta la digestión: estimula, irrita, inflama y endurece las membranas mucosas. Hay que tener especial cuidado con esta situación para que no se cronifique, afectando a nuestro estado de salud global.

Comer con sal añadida en nuestras comidas nos aleja del sabor real de los alimentosComer con sal añadida en nuestras comidas nos aleja del sabor real de los alimentos

La sal es un conservador por excelencia: se usa en la conservación de los alimentos porque destruye sus bacterias, evitando la putrefacción. Y así como destruye bacterias, también tiene el potencial de destruir nuestras células. Es un antibiótico, un anti-vida.

Además, la sal es retirada de nuestra alimentación cuando padecemos HTA, gota, edemas, retención de líquidos… ¿Cómo puede ser que un alimento que no nos proporciona salud cuando estamos enfermos pueda brindarnos más salud cuando sí estamos sanos?

El hecho de que nuestro organismo reconozca la sal como un tóxico hace que no exista dosis diaria recomendada saludable: no precisamos dosis de tóxicos cada día, ¿verdad?

Es preciso que nuestras papilas gustativas y nuestra mucosa gastrointestinal se regeneren para volver a sentir el auténtico sabor de los alimentos.

Pero sabemos que si llevamos toda la vida consumiendo sal, alejarnos de esa costumbre y encontrar el verdadero sabor de los alimentos, puede resultar muy difícil en un primer momento.

Cuando depuramos nuestro organismo, se produce una potenciación del sentido del gusto, lo cual permite identificar el sabor real de los alimentos, algo imprescindible cuando hablamos de salud.

Te proponemos que para comenzar a sustituirla, empieces incluyendo en tus comidas diferentes especias, especialmente aquellas que no sean muy picantes, es decir, las que no irriten nuestra mucosa digestiva.

También puedes usar sal sin refinar en un primer momento, pero has de tener cuidado con las dosis, para que no se siga perpetuando en el tiempo esa dependencia a la sal.

Otra forma de reemplazar la sal de mesa refinada en tus comidas es añadir agua de mar a tus cocciones en vez de sal.

¡Que pases una feliz y nutritiva semana!

 

Suso Valcárcel&Flor Fernández

Coaches de salud integral, expertos en nutrición natural y consciente

Fundadores de Hygemon y del programa C.I.S.E.

http://www.hygemon.com

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