¿El artista nace o se hace?

¿El artista nace o se hace?

Antes de analizar la pregunta, me describiré como artista. Esta descripción es la versión ideal como creador, ya que cada vez más, en la materialización de mis obras, anulo mi creatividad para ser productivo sin resultados satisfactorios como artista en un sistema del arte más competitivo y voraz

La experiencia me ha hecho sobrevivir en la jungla, en la cual se ha convertido este mundo cada vez menos creativo. Desde que tengo razón de ser, y siempre desde una visión mágica y creativa, me veo como un creador de una materialidad única: plasmo con ayuda de un lápiz digital o grafito, en un soporte sólido, sea papel, lienzo o tableta digital mi propia realidad con una perspectiva singular y un sello único. Soy como un proyector en el cual, de manera organizada, a través de mi mente, reflexiono, imagino y con mis ojos, creo líneas, formas, mezclas de color… Represento un borrador imaginario de la obra, con la ventaja de poder congelar, retroceder y adelantar como en un Cinexin, el proceso aún no materializado y que, en un futuro, originará mi propia visión de la imaginación, el producto final: el dibujo, la pintura, la ilustración o el diseño digital. Con este método tan mecánico y ordenado me represento.

Así, sin más, mucha gente conocida y desconocida me considera un artista porque produzco algo maravilloso, algo “bonito”, solo por el mero hecho de deslizar unas líneas en un papel y representar eso que veo en mi imaginación, ya me consideran un artista.

Entrando de lleno en debatir si el artista nace o se hace, confieso que es una cuestión que tengo en mi cabeza como creativo y, a veces, es motivo de debate entre mis colegas ilustradores cuando mencionamos la palabra “artista”.

Parto de la base que un individuo no nace siendo artista, únicamente puede tener la predisposición de llegar a serlo. Con esto no quiero decir que, una persona no pueda venir al mundo con dotes creativas, pero sí opino que nadie nace enseñado y es necesaria una previa formación.

Es preciso que el mencionado individuo, con “estas” cualidades creativas, adquiera aptitudes únicas, ya que el atributo de artista reside en la experiencia, la investigación y en el desarrollo de técnicas y maneras únicas. Un aspirante artista necesita crear en talleres, en estudios de artistas o en empresas artísticas. También es importante, en esta instrucción previa como aprendiz en un estudio o taller de la mano de uno o varios artistas, se forja con su propia red de actores, generando un espacio de trabajo colaborativo.

Si nos enfocamos en el inicio de la Humanidad, concretamente en la Prehistoria, el Homo Sapiens en el arte rupestre o arte parietal utilizaba como soporte las rocas o cuevas para expresarse; con la ayuda de la madre naturaleza el individuo utilizaba las manos para comunicarse, creando así las primeras obras. Estos “artistas” no nacieron con dotes artísticas sino con aptitudes creativas e innovadoras, expresándose libremente sin ninguna figura por encima de ellos. Les interesaba pintar la realidad para sobrevivir.

En la época de los faraones, los individuos con dotes creativas siempre estaban a merced de los dioses mediante con un arte uniforme que se imponía a base de ir copiando para guardar de esta manera un cierto orden artístico.

Si en época egipcia los que imponían el arte eran los faraones, con la llegada del cristianismo a Europa el artífice recibía encargos de las órdenes religiosas a través de un patrón. El pintor medieval era un mero peón al servicio del cristianísimo: el poder, él era la pieza menos importante del juego.

Avanzando en el tiempo, en los siglos XV y XVI solo existía el término artífice u hombre de oficio, la palabra artista no existía. El estatus de “artista” se elevó al de un individuo dotado de técnica e intelecto “genio” donde empezó a codearse con poetas gracias a un previo aprendizaje en talleres.

Hay que destacar que en el Renacimiento italiano, dentro del campo de la pintura, se daba mucha importancia a la pintura de la academia, donde existía un cierto rigor y orden, siendo relevante la luz y en la harmonía entre colores cálidos y fríos. Al individuo sé le establecía los modernos ideales del arte, del artista y la estética, se empezaba a estructurar el mundo del arte como una empresa.

A partir del siglo XVIII el concepto artista quedó definitivamente establecido en el mundo del arte. Se le denominaba artista a un individuo con la invención y la imaginación suficiente para crear una obra de arte cuyo destino era simplemente la contemplación o la admiración.

¿Por qué antes del s. XVIII no existía la palabra artista? Desde mi punto de vista, en el pasado todo individuo tenía el interés de crear arte, a pesar de no disponer de dotes creativas: era un modo de vida, una manera de expresarse. La labor de este creador podía ser variada: desde un pintor de catedrales hasta un simple diseñador de zapatos. Dicho de otra manera, era un trabajo remunerado y no había calificativos dentro de la sociedad de la época.

Otro punto que hay que tener en cuenta es que el trabajo de “artista/artesano” era un trabajo exclusivamente para hombres, las mujeres no entraban en este sistema. Esta filosofía en el siglo XXI es distinta, el concepto creación es lidiar contra tu propia inseguridad, contra opiniones y miedos que provocas en tus allegados y contra la desprotección económica sin exclusividad de sexo.

Si un individuo está interesado en ser artista no es tarea fácil, hay que nadar a contracorriente. A la mayoría de la sociedad no le interesa crear arte, es una “profesión” difícil de llevar que para la gran colectividad es sinónimo de sobrevivir día a día. Si más bien no se considera un empleo “normal”, es más un hobby para dedicarse en los ratos libres o vacacionales, algo para relajarse.

Pero enfocándonos con los artistas, yo incluido y desde mi punto de vista, actualmente los artistas no ocupan un lugar destacado en las estructuras de poder del arte contemporáneo. A veces son como una pieza de un puzle que no encaja en un sistema de arte complejo, y muchas veces se sienten rechazados por gran parte de actores como agentes literarios, editores, críticos de arte y demás… Hoy en día, este sistema del arte se rige por convenciones establecidas.

Uno de los actantes no humanos que ha roto todos los esquemas en este sistema del arte es internet. Los artistas logran difundir globalmente más rápido su arte con la ayuda de webs artísticas y redes sociales, y además es un medio menos costoso y rápido que el campo de producción artística que menciona el sociólogo Pierre Bourdieu en sus ensayos. Este sistema es fácil y accesible para la publicación, distribución, promoción del arte y lo más importante, hay una sociedad de software que son un conjunto de personas cuyos miembros están hasta cierto punto preparados para comprender un objeto que les es presentado a través de sus computadoras contemporáneas, un medio personal dinámico, que ya son usadas por millones de personas en todo el mundo.

Este método que puede ser ventajoso para el artista, también puede volverse en todo lo contrario, en el cual se junte el debate artístico con el gusto individual de cada individuo. Este nuevo universo que, hace poco más de una década que revoluciona el mundo del arte, ha permitido al artista estar actualizado por la red traspasando fronteras; también le ha brindado la oportunidad de seguir formándose con nuevos actantes no/humanos como los metamedios, que gracias al software de medios pueden ser instalados en las computadoras y lograr simular los viejos miedos como acuarela, guache, oleo a la perfección. También se han creado nuevos medios, como el 3D o la hibridación, en los cuales el creador ha seguido formándose como artista. Gracias a estos cachivaches tecnológicos, los creativos tienen al alcance un sinfín de posibilidades para darse a conocer, desde exponer en galerías virtuales que les dan acceso al mercado del arte donde su obra será objeto de deseo de millones de internautas adictos al arte, hasta los coleccionistas de arte, que desde su hogar podrán visualizar, escoger y comprar esa obra que tanto les gusta.

Todo esto me lleva a pensar en las ferias y bienales. Estos eventos, mundialmente famosos, que gracias a internet ahora están al alcance de todos: artistas, agentes, galeristas, museólogos y editores y hacer negocio. Tengo la sensación de que, en estos últimos años, estos eventos no aportan nada en absoluto para los artistas, se aprecia como el individuo es relegado a la cola, siendo un simple adorno a costa de actantes interesados económicamente. Los museos también ven una oportunidad en esta situación, en darse a conocer como una institución artística, ya que, gracias al arte adquirido por los artistas, reclama a una sociedad de software y que su infraestructura vale la pena visitar.

Dejando de lado internet y finalizando este diálogo entre sí, un artista nace o se hace. Uno de los puntos fuertes en la formación ya profesional como artista son los encargos artísticos a gran escala, que conllevan un trabajo colaborativo. Estos proyectos suelen ser finalizados, en su totalidad gracias a una red de actantes humanos y no/humanos en la cual, sin ellos, tampoco ayudarían a crecer como artista, adquiriendo nuevas herramientas para futuros quehaceres artísticos.

En conclusión, desde mi punto de vista con esta controversia, hemos podido ver que todo ser humano nace con cualidades creativas o artísticas, pero a medida que ha ido avanzando la historia, se ha visto cómo estas cualidades, si uno no las trabaja a diario, se dejan en el olvido y se acaba difuminando. Por esta razón tengo la sensación, a mi parecer, que no hay una división entre este debate, más bien es una fusión: un trabajo en que la única cuestión es no dejar morir la creatividad y mantenerla activa.

No obstante, esto depende como mencioné al principio del artículo, de un interés y amor por el arte. Sin esta inclinación, no nacerá ni se hará artista un individuo.

¿Qué opináis?

 

Edgar Ramírez

Ilustrador y diseñador gráfico

www.edra.myportfolio.com