Los Finados, tradición a conservar

Castañas asadas por el Día de Todos Los Santos

¿De dónde vienen la tradición de los Finados o Finaos, como decimos aquí en Canarias? Juan Carlos Saavedra nos lo cuenta

El término "finado" es una herencia más de nuestros contactos con los portugueses, al igual que otras palabras tan "canarias" como "mojo" o "margullar".

En el idioma luso "finado" significa "muerto", que es precisamente lo que se conmemora el día uno de noviembre:  el día de los muertos o los difuntos.

Tradicionalmente "los finados" o "finaos" se celebraba la tarde noche del uno de noviembre, pero en lo últimos tiempos, para aprovechar el descanso que ofrecía el día festivo, sus actos se han trasladado a la noche del treinta y uno de octubre al uno de noviembre.

Podemos decir que la parte folclórica de la fiesta se ha revitalizado, sobre todo en lo referente al consumo de castañas asadas y la celebración de encuentros de música tradicional. Sin embargo, nuestros mayores no solo realizaban ese tipo de actividades, sino que dedicaban los encuentros familiares a rendir un emotivo homenaje a sus difuntos.

En todas las casas era tradicional encender velas que se encomendaban a la memoria de cada uno de los miembros del grupo ya fallecidos, a la vez que los más mayores contaban historias sobre cuando estos estaban vivos. Era frecuente también  dejar comida a "disposición" de las almas de los difuntos que vagaban esa noche por los entornos que conocieron en vida.

La chiquillería iba de casa en casa tocando puertas y preguntando "¿hay santos?". Si la respuesta era positiva, los moradores de la vivienda los obsequiaban con frutos secos o con otros productos de temporada. Estos eran luego comidos en un encuentro familiar en el cual, como ya contamos, se recordaba a los familiares ya desaparecidos. Estas reuniones, aprovechando el significado de ese día, era también un momento propicio para narrar historias propias del "más alla".

Los "finados" entronca con los llamados "ranchos de ánimas", grupo de personas que recorrían los pueblos cantando y recaudando dinero para el pago de misas destinadas a "sacar del purgatorio" a las ánimas de los pecadores.

Tanto los "finados" como "los ranchos de ánimas" poseen una mezcla de cultura pagana y cristianismo.  A esta última religión le cuesta aceptar que haya almas de difuntos que no están "ni en el cielo ni en el infierno" y que "vagan" en este plano de la existencia.

La tradición de los "finados" ha logrado con gran esfuerzo  mantenerse viva. Ahora se hace necesario también reivindicar su esencia y su razón de ser, dedicar un poco de tiempo familiar a recordar a nuestros fallecidos y pasar una tarde noche con nuestros seres queridos contando historias de ánimas en pena, brujas y magia.  

Quizá esta pandemia y su confinamiento nos dejen algo positivo: poder recuperar esta parte de la tradición que se vivía en familia.

 

Juan Carlos Saavedra

Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria

www.juancarlossaavedra.com