viernes. 29.03.2024

Los monocultivos que ayudaron a la economía canaria

Existe cierta confusión entre tres términos muy relacionados con nuestra historia. Nos referimos a la orchilla, la barrilla y la cochinilla. Todas ellas tienen en común que nos ayudaron a sobrevivir económicamente en el pasado. Juan Carlos Saavedra nos propone aclarar sus diferencias y conocer un poco más qué significaron en nuestro devenir como pueblo

Cosco
Cosco

La orchilla

La orchilla fue nuestro primer “producto de exportación”. Es un liquen que se usaba para tintar tejidos. Crece hasta los 300 metros en los riscos que dan a los alisios y es de color negro con manchas blancas.  

Su existencia en nuestras costas propició que Jean de Bethencourt iniciara la conquista de Lanzarote. Su familia se dedicaba al comercio de telas en una zona normada denominada  "Grainville-la-Teinturière", por lo que la necesitaban para dar color a su producción.

Orchilla

La orchilla fue sometida a una intensa explotación que casi la extingue en nuestras islas durante el siglo XVIII, llegando a convertirse en uno de los productos más importantes y que más divisas generaba en todo el archipiélago.

Su elaboración requería un proceso químico bastante complejo en el que se empleaban orines humanos, debido a su contenido en amoníaco. La mezcla se revolvía durante ocho días, en los cuales iba pasando de color purpura al rojo que la caracterizaba.

Podemos decir que la orchilla nos dio de comer hasta el siglo XIX, momento en que se reinventó los tintes químicos, mucho más baratos de producir y más cómodos en su uso.

 

La barrilla

La barrilla es una planta herbácea, anual, de tallos y hojas carnosas situada a ras del suelo en las zonas costeras. Crece en septiembre y octubre, tras las primeras lluvias, y tolera muy bien los ambientes salados.

Es necesario matizar que en Canarias se ha usado el término  "barrilla" para identificar tanto a la planta Mesembryanthemum crystallinum (la verdadera barrilla) como al cosco o vidrio, científicamente conocido como Mesembryanthemum nodiflorum.

Los Antiguos Canarios llegaron a hacer gofio de dichas plantas. En la primera guerra mundial y durante la guerra civil española se volvió a usar para tostarlas y molerlas. El gofio que de ellas se obtenían se llamaba “gofio negro” o “gofio de vidrio”.

Barrilla

La barrilla tiene un alto contenido en carbonato sódico, sustancia que es conocida popularmente como “sosa”,  lo que la convierte en una materia prima excelente para fabricar jabones. Su uso para dicho fin estuvo muy extendido en el siglo XVIII.

El proceso para obtener la "sosa" se iniciaba sembrando la planta. Una vez que ésta crecía, se secaba y se quemaba para convertirla en cenizas. Estas cenizas posteriormente eran exportadas a Europa, sobre todo a Inglaterra, donde se destinaban como ya dijimos a la fabricación de jabones.

Una vez más, la ciencia jugó en contra nuestra y tras el invento de otros procedimientos industriales para fabricar "sosa", el comercio y cultivo de la barrilla se derrumbó.

 

La cochinilla

La cochinilla es un insecto llamado Dactylapius opuntia que vive en las hojas de las tuneras y es muy fácil reconocerlo por su color blanco.

Desde que nace hasta que es adulto y se puede recolectar pasa más de 120 días. De él se obtiene el color carmín y diferentes tonalidades de rojo y violeta.

Cochinilla

A Canarias llegó desde México, junto a las tuneras, en la primera mitad del siglo XIX y rápidamente se aclimató a nuestro clima. Podemos decir que el insecto se sintió como en casa.

El manipulado del insecto era el siguiente: una vez recogida, se colocaba toda una noche sobre una tabla para que se fuera separando uno de otro. Al día siguiente se ponía al sol y se le daba vueltas para que el secado fuera uniforme por todos sus lados.

Luego se mataba a los insectos y se exponían al sol de nuevo entre dos y tres días más. Se limpiaban de posibles impurezas y se colocaban en sacos donde les llegara el aire.

Muchos vieron en el cultivo de la cochinilla la solución a todos los problemas de las islas. Los números eran favorables, tanto por la cantidad que se exportaba como por los precios que alcanzaba en los mercados europeos.

Con el descubrimiento de la anilina violeta y la elaboración de colores a partir de la hulla, adelantos que se presentaron en la  Exposición Universal de Londres de 1862,  la historia volvió a repetirse y volvimos a pagar cara nuestra apuesta por los monocultivos.

 

Juan Carlos Saavedra

Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria

www.juancarlossaavedra.com

Los monocultivos que ayudaron a la economía canaria