viernes. 29.03.2024

¡Sí, me doy el permiso para disfrutarme!

El verano nos invita a pasear nuestros cuerpos sin tanta ropa y, a su vez, saca a relucir los conflictos existentes con la autoimagen. Estos debates mentales entre nuestra voz crítica interior y la realidad que perciben otros repercute en los encuentros eróticos. En este artículo podrás descubrir cómo

¡Sí, me doy el permiso para disfrutarme!
¡Sí, me doy el permiso para disfrutarme!

A lo largo de nuestras vidas construimos una imagen de nosotros mismos que no depende solo de cómo nos percibimos, sino también de los mensajes que recibimos del exterior. Esa autoimagen marca el rumbo que vamos tomando, nuestra manera de movernos en la vida, las decisiones que tomamos e iremos valorando lo que sucede a nuestro alrededor. Aquello que nos llega de nuestro entorno nos va enseñando a discriminar lo que está bien de lo que está mal, pero si algunos de esos criterios son exagerados se puede caer en los “debería, tengo que”. Si tu crítico interior te juzga en exceso, en general estarás fijándote en todo aquello que consideras fallos y que es mejorable, como por ejemplo: “Debería / tengo que bajar peso”, y así la lista que tú quieras. Si tu crítico interior es moderado y lo mantienes en la media, te ayudará cuando necesitas un impulso para mejorar en aquellas áreas en las que te lo has propuesto. Y ya sabrás que si tu crítico interior lo justifica todo, creerás estar por encima del bien y del mal, tu ego será tu mejor compañero y puede que seas implacable con los demás.

¿Cómo afecta esto en nuestra sexualidad? Pues imagínate, un crítico interior bastante rígido cuya única contribución en tu vida será la de aumentar tus niveles de insatisfacción, inseguridad y culpabilidad a través de un diálogo interior punitivo: “Pero ¿tú te ves? ¿Así qué quieres conseguir?”, “¿En serio crees que alguien se va fijar en ti?”, “¡No te da vergüenza hacer eso, tocarte así, ponerte en esa postura!”, “¡Desde fuera se ve todo muy ridículo, para ya!”, “No sabes hacerlo, no está disfrutando”, “¿Cómo aguantas tan poco?”, “¡Qué cochinada estás haciendo!”… y así, una lista que puede ser infinita. Todo ello porque hemos creído y dado por buenas unas creencias limitantes unidas a unos “debería / tengo que ser así, comportarme de tal manera, mostrarme de tal otra”, en vez de simplemente ser como soy marcando en todo momento el rumbo de mis elecciones en función de lo que me hace sentir bien, lo que va conmigo, con lo que me siento a gusto.

¿Cómo afecta la autoimagen en los encuentros eróticos? Probablemente aumentando los niveles de intolerancia con respecto a la pareja y sus comportamientos. Si por ejemplo estamos a disgusto con nosotros mismos, sentimos vergüenza del cuerpo que tenemos y no entendemos que sea deseable para la otra parte. Estaríamos ante una molestia propia que pagamos con la otra parte coartando sus deseos y acallando los nuestros, sin dejarnos experimentar, probar, disfrutar o simplemente fluir. Dependiendo de la paciencia de la otra parte y su tolerancia a la frustración, si en repetidas ocasiones das una negativa por respuesta a sus ganas de tener encuentros eróticos contigo, experimentar algo diferente, fantasear juntos, dejarte estimular, etc., llegará un momento en el que esas demandas se apaguen y conseguirás tener ante ti una profecía autocumplida y reafirmarte en esa idea: “Ves… es que no me desea”, “Es que no soy deseable”. Aquí deberíamos trabajar todas esas creencias limitantes que llegaron a tu vida con una educación sexual insuficiente, basada en el miedo o inexistente.

¿Qué puedes hacer? Darle una vuelta a todo, sacar tu parte crítica, plantearte por qué actúas cómo actúas, en base a qué no te permites disfrutar de ti, de tu cuerpo y compartir esa experiencia con la pareja. ¿A quién harás daño con ello? ¿Por qué no te permites fantasear? ¿Por qué no te permites autoexplorarte, el autoerotismo? ¿Por qué no te permites apreciar tu cuerpo? ¿Por qué no te permites sentirte sexy? ¿Por qué no? Si por casualidad me vas a hablar de tu entorno o de tu pareja como cortapisa para darte el permiso de disfrutarte y disfrutar, deberías ser consciente de que estás dejando el control de tus elecciones / acciones personales en manos de lo que pensarán otros, las creencias de otros o actuaciones de otros. ¿Qué toca trabajar aquí? El marcar unos límites claros y definidos por tu parte a todas esas personas que influyen de manera poco positiva en ti y que no te dejan ser tú. Es tu experiencia vital, ¿quién debe llevar el timón en ella? Tú.

Cuando has marcado los límites y sabes realmente quién eres y qué te gusta de tus encuentros eróticos debes averiguar si realmente te das permiso para disfrutar y disfrutarte. Para ello debes hacer la paces con esas partes de tu cuerpo que no te gustan, mirarlas con cariño y aprecio. Sería positivo que pases por encima de cualquier sentimiento de repugnancia o desagrado hacia ti para poder desnudarte durante el encuentro erótico sintiendo orgullo. Lo que estás haciendo es reafirmando tu valor, el valor de tu sexo, de tu condición sexuada y de tu sexualidad. Nadie dejará de respetarte y respetar tu cuerpo si empiezas a respetarte y respetarlo; se notará en tu forma de ser y de estar.

Un buen aliado en este camino es el cómo nos hablamos. Sumamos cuando dejamos de reprocharnos lo que sucede y le restamos importancia a aquello en lo que antes poníamos el foco. Ejemplos de diálogos mal enfocados: “Me parece increíble que hayas llegado ya, no aguantas nada”. Cámbialo por: “Estaba disfrutando tanto que no he querido parar este momento, voy a ver de qué manera hago que mi pareja disfrute hasta el final tanto como lo he hecho yo”. “Con estas tetas caídas me siento un horror, es antiestético que me las toque”. Se puede cambiar a: “Estos pechos piden a gritos que los acaricie y estimule, no puedo negarme”. Y así con todas esas frases que martillean tu cabeza y podrías expresarlas de manera que jueguen a tu favor y no en contra, restando valor y energía.

Esa voz crítica interior llevada al extremo más negativo puede acabar en una imagen distorsionada del cuerpo pudiendo caer en trastornos de conducta alimentaria (TCA), algo que también afectará a la vivencia de la sexualidad, a la vida en pareja y a los encuentros eróticos. Esa distorsión de la imagen corporal puede acabar en anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón; las tres generan insatisfacción corporal y la creencia de que su cuerpo es siempre mejorable, insatisfacción que se traslada también al nivel de satisfacción sexual. Al no sentirse a gusto con el propio cuerpo se evitan más a menudo los encuentros eróticos con la pareja y, sin embargo, se puede optar más por el autoerotismo. En estos casos es necesario un trabajo multidisciplinar en el que se ayude a la persona con esas actitudes negativas hacia la comida, con esos pensamientos recurrentes sobre su peso ideal porque esa visión de su cuerpo repercute en sus encuentros eróticos. Se trata de desterrar la insatisfacción y cualquier dificultad sexual que esa vivencia le está generando. Volveré a tratar este tema más adelante pero mientras, mantén a raya a tu crítico interior y por favor, no olvides el humor. ¡Hasta pronto!

 

Rut Mónica Díaz

Sexóloga

@sexologarutmonicadiaz

¡Sí, me doy el permiso para disfrutarme!