Me duele la cabeza. ¡No! La verdad es que no me apetece…

Me duele la cabeza. ¡No! La verdad es que no me apetece…

Existen múltiples justificaciones para solapar la falta de deseo ante un encuentro erótico del que, a priori, nada sabemos sobre su resolución. Los motivos por los que se cae en la falta de deseo son directamente proporcionales al aumento en la creatividad para inventar excusas varias

Un fuerte dolor de cabeza, un insoportable dolor lumbar, un día agotador en el trabajo, un día estresante con los niños, un ‘WOD’ que nos dejó sin energía, problemas en la familia, "…como no viniste a la cama…"; en definitiva, una lista interminable de excusas. Que cada cual piense la que ha puesto alguna vez… por no hablar de esa comunicación no verbal, es decir, los gestos que se emiten dejando claro que estás en modo OFF. ¿Qué sucede? ¿Por qué huir o evitar algo de lo que se puede disfrutar?

Por deseo podemos entender esa motivación, ese impulso, interés que nos mueve en la búsqueda de un encuentro erótico, la búsqueda del encuentro con el otro. Con ese deseo pululando en nuestra mente y pasando por el cuerpo sentimos la excitación, ahí veremos una respuesta física. Esa respuesta en los hombres es más evidente con la entrada en acción del pene erecto. En la mujer hay una serie de sutilezas que hace, en ocasiones, sea más difícil detectar esa excitación.

No es la única diferencia, el desajuste que en ocasiones genera tener ritmos distintos al iniciar el encuentro erótico es uno de los factores que hace que ese momento no sea tan excitante o satisfactorio para una de las partes. La mujer requiere de un ritmo que, si el hombre no es capaz de seguir y comprender, el deseo en ella en vez de ir aumentando se paraliza y con él la excitación. Un ejemplo es empezar desde el primer momento con caricias genitales sin haber pasado por las caricias lentas en otras partes del cuerpo, besos apasionados, no esos donde la lengua asfixia, cuchicheos al oído. Se trata de dar un segundo lugar a las sensaciones genitales y empezar por la excitación más subjetiva. La mujer requiere comenzar su excitación sin centrarse en los genitales y la que así lo desea, descuida, te acercará la mano al lugar clave.

Es ahí donde entramos en  una parte esencial en los encuentros: la comunicación. Dejar de lado el rol de mujer pasiva, mujer que da por supuesto que el hombre lo sabe todo y comunicar más. El hombre dominante puede, alguna vez, bajar el ritmo y aprender de la mujer con la que está en ese momento para adecuar ritmos y gustos. El encuentro es único con cada pareja, así que, por mucho que sepan las partes por separado, ¿se conocen bien entre ustedes? Pues de ti depende que la otra parte te conozca. Mientras se vive el encuentro se puede ir guiando: esto me gusta, así me pone más, esta postura me excita mucho, eso no me gusta tanto, podríamos probar con….

A todo lo anterior se puede sumar en la falta de deseo, la biografía sexual de cada uno, lo que cada cual ha vivido con parejas anteriores o con la actual y le ha marcado de alguna manera, y puede que no siempre haya sido para bien. También hay que tener en cuenta los desajustes hormonales que pueden darse por varios motivos: un ejemplo en la mujer es la bajada de estrógenos con la llegada de la menopausia, algo que disminuye la lubricación vaginal. En el hombre, puede influir el descenso en los niveles de andrógenos, las hormonas de la respuesta sexual. Para algunos hombres, la pérdida gradual del deseo puede venir de la mano de una bajada en la segregación de testosterona por los testículos, un hecho que forma parte del envejecimiento. ¡Qué no cunda el pánico! Para los que van contra natura, existen suplementos de testosterona: puedes respirar tranquilo.

Estas son unas pinceladas, volveré a tratar la falta de deseo para cada uno de los sexos. Mientras, dale tiempo a aquello que lo merece y recuerda: ‘Slow Sex’: comunícate, pregunta indaga, déjate sorprender y, sobre todo, disfruta. ¡Ah! No olvides el humor. Hasta pronto.

 

Rut Mónica Díaz

Sexóloga

@keepcalmmamaessexologa