¡Que no, eso no lo hago!

¡Que no, eso no lo hago!

El encuentro erótico está plagado de formas y matices, tantos como parejas que se recrean de él. ¿Por qué no quiero disfrutar de él? ¿Por qué me bloqueo ante algo que me pide mi pareja? ¿Por qué me cierro en banda ante la idea de intimar con alguien?

 

Cuando una persona siente rechazo parcial o absoluto hacia un encuentro erótico, cuando el simple hecho de pensar en una situación con connotación sexual su mente se debate entre pensamientos del tipo "¡Qué asco, yo eso no lo hago! ¡Eso no va conmigo! ¡Eso me parece desagradable! ¡Ni en broma…!"; frases que surgen ante situaciones como tener sexo oral, besarse con otra persona, posible contacto con el semen de la pareja, posible intención de la pareja de tener sexo oral, una penetración, etc. Estas reacciones sostenidas en el tiempo y llevadas al extremo de sentir ansiedad ante un encuentro erótico, sensación de mareo, palpitaciones, angustia y ganas de huir de una situación sexual se denomina aversión al sexo.

¿Qué puede suceder? Que complique bastante los encuentros eróticos porque un componente de la pareja trata de evitar todo aquello que le resulta desagradable, pero a la otra parte no tanto. Al evadir el contacto intimo con la pareja dificulta el que la relación entre ambos sea fluida. Por otro lado, en el caso de que no se tenga pareja y se sientan esas sensaciones de rechazo hacia el contacto con su propio cuerpo y con sus genitales, también habría que trabajar esa relación que se tiene con el propio cuerpo de cara a una futura vida en pareja o ante la posibilidad de encuentros eróticos.

¿De dónde puede surgir este rechazo? De experiencias previas negativas, encuentros eróticos desagradables, sensación de obligación sin encontrarle el sentido a lo que se le demanda, sin existir un deseo propio por llevar a cabo ciertas prácticas, haber pasado por situaciones traumáticas relacionadas con su intimidad, como abusos sexuales o violaciones, algún trastorno orgánico que haga la experiencia desagradable. Si vamos más allá encontramos también aquí la importancia de una educación sexual sana en la que la persona no llegue a los encuentros eróticos con falsos mitos y creencias. A veces esa falta de educación sexual también genera unas expectativas sobre el encuentro erótico poco realistas o muy descontextualizadas. En otros casos, una educación muy estricta a nivel afectivo y sexual puede influir en las habilidades sociales con las que la persona llega a su etapa adulta. Esta falta de habilidades puede traducirse en una timidez extrema, algo que repercute en su relación de pareja y al llegar al encuentro íntimo.

Si existen muchos miedos enquistados caemos en la evitación y eso hace que con más ganas nos alejemos de aquello a lo que tememos. Así que, si te reconoces en este círculo vicioso de miedo y de evitar que se produzca el encuentro, si haces que aumente así el miedo, incrementando la aversión al encuentro erótico o a partes de él, si entras en desgana y huyes o esquivas la intimidad con tu pareja, y si no tienes pareja huyes de intimar con alguien. Si ves que giras y giras en una rueda como si fueras un hámster, ¿crees que quizás es momento de pedir ayuda para bajar de la rueda?

Todo tiene solución, por supuesto sólo hay que buscarla. Si sientes que es tu caso y que ha llegado un momento en que te gustaría cambiar la situación, sólo depende de ti. Háblalo con tu pareja y les tocará, como digo siempre, trabajar en equipo y apoyándose mutuamente. Mucho ánimo. A pesar de los pesares, no olvides el humor. ¡Hasta pronto!

 

Rut Mónica Díaz

Sexóloga

@keepcalmmamaessexologa