Si la serendipia pasa en el amor, ¿por qué no puede pasar con algo que amas?
Asumiendo mi gran debilidad por el archivo arquitectónico de nuestra isla y la vital importancia que tiene mantenerlo y preservarlo para nuestro propio deleite y satisfacción, nos encontramos en nuestra isla con un estilo un tanto ecléctico y con notables influencias extranjeras debido a que nuestra tierra ha sido cobijo hoy y siempre de ciudadanos europeos que han traído un cachito de su ser a nosotros, al mismo modo que nosotros los canarios hemos enviado a nuestra querida Sudamérica, sin duda una sinergia de estilos y costumbres heredados a lo largo de los años.
Pero no queriendo ir más allá, la preservación, como decía, de la arquitectura de principio del siglo XX en nuestras islas, se debe convertir en algo fundamental para poder así tener un valor añadido a nuestros edificios. El hecho de encontrarnos ante una vivienda considerada “vieja” no debe ser precedente para su demolición o para borrar todo rastro de su estética original, siendo de uso común en nuestros días quitar valor a esas “maravillas” y convertirlas en espacios fríos y asépticos.
Es necesario la catalogación, ayuda y financiación para la preservación de dicho patrimonio, pero no sólo desde su fachada; el interior de las viviendas es fiel reflejo de la historia de costumbres y evolución de nuestra gente. Permitir la demolición de esa historia es, sin duda, de las acciones más dañinas para el conocimiento que nos podemos hacer a nosotros mismos.
Encontrar el cliente perfecto para la casa perfecta es posible; buscar sin encontrar y encontrar sin ser buscado, también. El reto será devolver el esplendor a cada vivienda y adaptarla a los usos cotidianos que nos absorben en la actualidad, pero sin perder su esencia.
Cada casa cerrada desde el momento que entras en ella te cuenta una historia de aquel que vivió en ella.
Valorar y amar todo aquello que nos rodea es la maravilla de esta vida.
Paula Cabrera
Arquitecta de interiores e interiorista
