viernes. 26.04.2024

No todo es TDAH

Hace ya bastante tiempo que se viene advirtiendo acerca de los sobrediagnósticos infantojuveniles, en cuanto al trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), por lo que es importante alertar y transmitir que no todos los niños y niñas que presentan dificultades atencionales y/o muestran inquietud sufren de TDAH

No todo es TDAH
No todo es TDAH

Es frecuente encontrarse con informes en los que se ha realizado un juicio clínico diagnosticando un trastorno, basándose únicamente en la observación, el juicio personal sobre la conducta del niño o las puntuaciones obtenidas en pruebas o baterías neuropsicológicas.

Realizar un diagnóstico clínico es algo muy serio que influye sobre la vida de las personas y no debe realizarse a la ligera. No solo suelo encontrarme con diagnósticos que se hacen, a mi parecer, de forma precipitada o poco inapropiada (realizado por profesional no pertinente para ello), sino también con propuestas inmediatas hacia los familiares de ese niño o niña etiquetado como TDAH, como la de iniciar tratamiento farmacológico lo antes posible o solicitar el reconocimiento de la discapacidad, que cuanto menos son valientes.

Por un lado, es muy importante saber que el diagnóstico clínico de niños/as debe realizarse por profesionales con competencias sanitarias. Cualquier otro profesional, puede advertir dificultades en el niño/a y debe derivar el caso al profesional pertinente para que realice la exploración necesaria que permita comprender qué está ocurriendo, y posteriormente, y si así se considera, realizarse un diagnóstico.

Por otro lado, hay que tener en cuenta que los estándares casi nunca se cumplen, casi nunca encontramos en la clínica ese trastorno que decimos “de libro”. Tampoco podemos dejar de lado la perspectiva evolutiva, ya que un mismo comportamiento no se manifiesta igual a lo largo del ciclo vital. Todos podemos entender que un bebé o un niño llore o tenga una rabieta cuando siente hambre, pero no pensaríamos lo mismo de un adolescente o un adulto. Dependiendo del momento evolutivo, un comportamiento, conducta, función cognitiva, etc., será clínicamente significativa o no. Y esto es especialmente relevante a la hora de realizar un diagnóstico clínico. Además, cuanto más pequeños somos, más variabilidad hay en cuanto al desarrollo, pues no todos los niños empiezan a andar a la misma edad o a hablar con las mismas palabras y en el mismo momento y esa variabilidad va siendo menor a medida que crecemos.

Por último, aunque no menos importante, en el neurodesarrollo podemos encontrarnos trastornos cuyos síntomas no son patognomónicos de ese trastorno, es decir, exclusivos. Un ejemplo simple: el dolor de cabeza. ¿De qué enfermedad es típico el dolor de cabeza? De muchas y de ninguna. Por tanto, el déficit de la atención no es exclusivo del TDAH.

En resumidas cuentas, diría que existe infinidad de aspectos que van a influir en el neurodesarrollo (genética, educación, momento evolutivo, función de la conducta, contexto, factores sociales, epigenéticos, factores médicos, etc.), como para reducir el diagnóstico de una patología o trastorno, que va a cambiar la vida del niño/a, a unas puntuaciones o un juicio (que muchas veces es más bien un pensamiento sesgado) personal.

 

Cristina de la Fe

Neuropsicóloga

Psicóloga sanitaria

No todo es TDAH