viernes. 19.04.2024

Filipinas y las folías

Dentro de la música tradicional canaria destaca con méritos propios la folía. No hay reunión en que estén presentes un timple y una guitarra que no acaben los participantes entonándolas. Quizás sea nuestra expresión folclórica más conocida, aunque lo que quizás no sea tan de dominio público es su vinculación con Filipinas

Grabado de la Iglesia donde resistieron “los últimos de Filipinas”
Grabado de la Iglesia donde resistieron “los últimos de Filipinas”

Dentro de los investigadores que han estudiado la procedencia de nuestras folías existe acuerdo casi mayoritario sobre su vinculación con Portugal. La palabra folía (folle) se puede traducir como "locura". Ese termino de "locura" se le dio en su momento a un estilo de música lusa en base a la forma que tenía de bailarse.

Ese género musical fue traído a Canarias por los primeros colonos que arribaron a las islas tras su conquista. Una vez se empezó a cantar y bailar aquí se le dotó de características propias uniéndose estilos andaluces, con variaciones portuguesas y con las canciones tristes que gustaban mucho en Canarias en ese momento.

Las letras de las folías son melanólicas

(Las letras de las folías son melancólicas)

¿Y cual es su vinculación con Filipinas?

En diciembre de 1898 se firmó un tratado de paz entre los Estados Unidos de América y España que ponía fin a la guerra desigual entre ambos países. Entre las condiciones del acuerdo estaba la cesión a los norteamericanos de Filipinas.

Mientras eso ocurría, un destacamento español era sitiado en una iglesia en Baler por los insurgentes filipinos. El asedio duró 337 días, desde el 27 de junio de 1898 hasta el 2 de junio de 1889. De nada sirvió informar a los españoles que la guerra había terminado, ya que estos pensaban que ese dato era falso y que su única intención era obligarles a rendirse.

Partitura de una folía

(Partitura de una folía)

Al final fue un ejemplar de un periódico editado en Madrid que contaba el abandono de la colonia por España un año antes el que por fin convenció a los "últimos de Filipinas" que la guerra se había acabado.

Cuando salieron de la iglesia el propio gobierno filipino les reconoció su heroísmo y los trato como héroes, cosa que también ocurrió a su regreso a España.

Entre los "últimos de Filipinas" había cuatro canarios: José Hernández Arocha (de Tenerife), Rafael Alonso Mederos (Fuerteventura), Manuel Navarro de León ( Gran Canaria) y Eustaquio Gopar (Fuereventura).

Filipinas debe su nombre a Felipe II

(Filipinas debe su nombre a Felipe II)

El teniente Martín Cerezo, al mando de las tropas españolas, reconoció posteriormente que una de las personas que había contribuido a mantener la moral de la tropa en ese tiempo fue el tinerfeño José Hernández Arocha, el cual según él "era animoso y siempre estaba cantando folías canarias, levantaba el ánimo y la moral de todos los soldados".

Suponemos que a los soldados la suave melodía de nuestras folías cantadas con la voz melosa y pausada de un canario les sirvió como bálsamo para el alma en esos duros momentos.

 

Juan Carlos Saavedra

Escritor, investigador y divulgador de la cultura canaria

www.juancarlossaavedra.com

 

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